Cada 27 de septiembre, la familia somasca celebra a María como Madre de los Huérfanos, en recuerdo del milagro que liberó a San Jerónimo Emiliani de la prisión en 1511. A partir de ese momento, San Jerónimo sintió a María como su guía, inspiradora y protectora en la misión que Dios le encomendó: el cuidado de los huérfanos y los más desamparados.
Esta devoción a María, Madre de los Huérfanos, nos acompaña en nuestra labor diaria. Como San Jerónimo, creemos que bajo su manto, aquellos niños y jóvenes que sufren el abandono o la orfandad pueden encontrar protección, consuelo y esperanza. María se convierte en la Madre que nunca deja solos a sus hijos, aquella que les ofrece un hogar en su corazón y les muestra el camino hacia una vida llena de amor y dignidad.
En este día, renovamos nuestra confianza en María y la ponemos al frente de nuestra misión con los huérfanos, a quienes seguimos atendiendo con dedicación y amor. Siguiendo el ejemplo de San Jerónimo, continuamos trabajando para que cada niño encuentre en nuestra labor el refugio y la esperanza que tanto necesitan.
María, Madre de los Huérfanos, ruega por nosotros y por los niños que más lo necesitan.